Viaje a Sant Boi. 22-03 -014.

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Fortiter et suaviter (Viaje a Sant Boi).

Buenos días desde el ingenio de la historieta. Con energía en la doctrina, con suavidad en las maneras. Esto sería lo que el adagio o refrán latino, «fortiter et suaviter», nos enseña de forma tan concisa y acertada. En castellano diríamos aquello de: Mano de hierro, en guante de seda. Y este es el lema, que modestamente y a veces torpemente, intentamos aplicar en la enseñanza de nuestro deporte, el rugby. Pero no solo se queda en eso, esta sentencia es también una forma y un estilo de entender este apasionante juego. Al menos así lo entendemos nosotros, y de algún modo, ha sido una filosofía, un estilo a la hora de jugar al balón ovalado en el R.C.V.
Y como de costumbre pasamos de lo frívolo a lo principal: la belleza que nace de la violencia.
Sábado 22 de marzo, seis y cuarto de la mañana, salvados de la pólvora y el fuego, una entusiasta expedición de jóvenes jugadores y acompañantes se dirige a Sant Boi de Llobregat, cuna del rugby en España. El autobús lleno a rebosar emprende la marcha, y a pesar de la temprana hora de salida, pocos son los que procuran conciliar el sueño, la chiquillería se encarga de ello, con su alegre alboroto.
Primera parada en el área de servicio del Delta del Ebro, para reponer fuerzas y acudir al cuarto de baño. Pero ¡oh, sorpresa! En la cafetería hay un laberinto, de esos en los que los muchachos pierden el calzado, los pantalones, retozan a voluntad, y salen despeinados y sudorosos. Reemprendemos la marcha, «teleflim» al canto, los jóvenes atienden, los mayores dormitan, momentos de tregua. Y ya llegamos al estadio de la UES(Unió Esportiva Sanboiana) club decano del rugby español, fundado en 1921 por Baldiri Aleu.
Los anfitriones son los únicos contrincantes, pero es suficiente para jugar y disfrutar esta mañana primaveral de tiempo revuelto.
Calentamos, se marca el campo, y empieza el partido. Partido que se caracterizará por su juego anárquico, tanto en la factura como en las normas. Pero no importa, desde el primer momento la Sanboiana se impone ante un equipo del R.C.V. que actúa como convidado de piedra. ¿Dónde está ese juego alegre y chispeante, dónde las ganas de avanzar hasta el final, dónde el arrojo para detener al contrario? ¿Será el madrugón, el campo de hierba natural, el aire del Baix Llobregat? Pasamos una primera parte sin pena ni gloria.
Pablo y Vicente azuzan a las huestes adormiladas. Y aunque la Sanboiana hace cambios de altura, se nota una nueva actitud: Hugo y Daniel perseveran en el eje profundo y bregan por avanzar sin perder el balón. La Sanboiana asesta duros golpes, a los cuales responde Juancho con vehemencia y obstinación: un gigante entre montañas. Matheo, por su parte, se multiplica en defensa, y en su labor de medio melé.
Arnau y David contraatacan, con suerte dispar, desde el fondo de su campo. Carlos y Sebas resisten al acoso del contrario lo mejor que pueden; y Pau y Luís se alternan con Matheo en las funciones de medio melé organizador, intentando imponer el orden entre tanto caos.
Mientras la Sanboiana con un juego desordenado y basado en sus jugadores más potentes, sigue a lo suyo; Artur, al que no le gusta tanto desbarajuste, salva los muebles con dignidad. Vicente sin embargo no se resigna a su suerte, y lo intenta valientemente, aunque sin mucho éxito, hasta que por fin encuentra, en la banda opuesta, a su alter ego: Mario, que aplicando nuestro lema, «fortiter et suaviter», desarbola elegantemente la defensa rival, y corre veloz al ensayo, pero a la hora de parar los ataques del rival emplea todo el valor y la fuerza de la que es capaz.
Llega la tercera y última parte del encuentro. Y aquí nuestro equipo, como en Little Big Horn, muere con las botas puestas. Pero todavía seríamos testigos de un hecho sorprendente y emocionante, que resume perfectamente lo que hay que tener para jugar al rugby. Viendo a sus amigos derrotados y cabizbajos, y a pesar del dolor y la incapacidad de usar su mano derecha, Alex, que acompaño a su equipo en el viaje, se despoja de su chaqueta y se ofrece sin pensarlo para ayudar a sus amigos, que sufren en la lucha. La entrega de Alex hace que durante unos instantes el orgullo y la bravura de este equipo resurja como fuego deslumbrante, antes de los aplausos y el pasillo final.
Fotos con los jugadores de la Sanboiana, y al tercer tiempo.
Por su parte el equipo S-12 de Víctor y Jorge, dejaron bien alto el pabellón del club. Nos volvimos a reencontrar con la familia Aranda de la Cuadra, y como colofón fuimos espectadores privilegiados del encuentro de división de honor: UES-Atlético de Madrid, emocionante y divertido. Tedio y cansancio en el regreso, que no parecía hacer mella en la bulliciosa plebe infantil.
Aunque de todo el viaje nos quedamos con el almuerzo estupendo, que gracias al buen hacer de las madres de los S-12 y de Antonio pudimos disfrutar. Compartir fue lo mejor del viaje, ¡Muchas gracias a todos!
Bien ahora hay que pensar en el viaje a Valladolid, para finales de mayo, y mientras tanto,¡Entrena con ganas, y sé fiel a tus amigos!

Gracias a la UES por su buena acogida.