Una temporada en fuera de juego XVI

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En su época el tatarabuelo del inspector Jem Mackie, estudiante en el colegio de Rugby, era conocido por sus rápidas carreras con el balón y sus anchos hombros, aunque por entonces correr con el balón hacia delante desafiando al contrario podía llevar a la muerte en el campo de juego. Pero este soleado sábado de invierno, en su mitad del campo verde de 4C, los jugadores del RCV LF corrían balón en mano, sin el temor de que alguno le trabara golpeándole con la pierna o haciéndole la “tijera” por detrás.

Eran las diez de la mañana y el inspector Mackie ya estaba allí en el quiosco tomando café prieto, Juanjo y Albert le miraban pasmados sin salir de su asombro. Evidentemente Mackie no se había mirado en el espejo, como no fuera el de algún tugurio de mala reputación. El cabello alborotado y grasiento, gafas de sol empotradas en su prominente nariz y barba de al menos dos días; la corbata mal anudada directamente al cuello, pero no al de la camisa, faldón de la camisa que sobresale por debajo del jersey del “Cent i ratlla», pantalones que se sujetan merced a que no saca las manos de los bolsillos, bragueta desabrochada y zapatos sin lazada y sin calcetines; la chaqueta con un bolsillo descosido y manchas de dudosa procedencia. Y un olor agrio a tabaco y cerveza.

–  ¿Qué pasa julays, que nuca habéis visto a un inspector en su día libre?

–  ¿Jaime, dónde te has metido desde el jueves cuando te dejamos con tus colegas en Blasco Ibáñez?- pregunta Juanjo.

– Cómo que me dejastéis, me abandonastéis cab… Apunto estuve de poneos una orden de busca y captura. Me tuvieron que llevar a la disco en coche policial.

–  ¿Tú aún vas a la discoteca?- dice Albert.

–  Bueno ahora le llama disco, adivina donde va este.-replica Juanjo.

– ¿Dónde tienes a López y Pérez?

–  Están en casa de mi primo en Newton Stewart, esta tarde van a ver la Calcuta Cup. ¿Vamos a almorzar?

–  Nosotros tenemos partido, si te parece mañana.

– Mañana yo duermo. Os espero luego para el vermut, ¿vale?

– Ya veremos, hasta la una al menos estaremos por aquí.

Mientras calientan con Patri, Tom y Jim están impacientes por saber hoy con que equipo les toca, a ver si pueden jugar juntos. Pero Albert reúne a todos los jugadores de segundo año para enfrentarse al Tatami negre, así que hoy tampoco puede ser. A Jim le toca contra la UCV  a las órdenes de Sabina, Juanjo y Patri; luego hay dos encuentros más con el Tatami grog y el San Roque, a la espera los jugadores practican tras los palos con Miguel Ángel.

Se forma un maul, Iñigo les anima a que prosigan en el empuje, para variar parece bastante ordenado, y avanza hacia la línea de marca del Tatami a medidos empujones. De repente se separa Tom y sale corriendo, es perseguido por tres contrarios, pero no lleva el balón, ¿a dónde va? Llega sin oposición cerca de la zona de marca, su padre está por allí haciendo fotos.

– Papá vete de aquí, no puedes estar dentro del campo, para una vez que vienes tienes que liarla.

– Ah, no sabía que…perdone señor árbitro.

– Vete, Papá vete, fuera.

Aprovechando la circunstancia Sergio Soler se escapa a la chita callando, alguna protesta se escucha desde la banda y también risas.

En el campo de al lado, Jim persigue a un buen corredor de la UCV, consigue alcanzarle y lo sujeta de la camiseta, parece que están bailando sin compás luego va y lo suelta, el contrario sale corriendo pero en sentido inverso; Jim sigue presionando y le da alcance otra vez, ahora se engancha al balón pero no lo derriba, pugna un rato por la presa, Jim se cansa y el otro prosigue su marcha. Pero se le vuelve a encender el carbón en la mollera y sale disparado a por él esta vez sí, acelera baja el tronco y flexiona las rodillas, mete el hombro y cierra fuerte los brazos, el corredor cae y pierde el balón, placaje perfecto. Jim está contento para el resto de la semana.

Para el siguiente partido con el Tatami grog reclaman la presencia de Jim, y los dos amigos se vuelven a encontrar en el mismo equipo. El balón sale a trompicones de una melé y hay una buena apertura a la mano, el balón llega a Tom en posición de ala, acelera y llega a la zona de marca, frena y espera el apoyo de Jim, le cede la pelota pero a este se le cae de las manos, a los dos se les queda cara de tontos. Al poco de nuevo Tom alcanza la línea de marca y Jim está en apoyo, le vuelve a pasar el balón y esta vez Jim no falla, hay ensayo.

En el partido con el San Roque, María y Adriana charlan animadamente a la espera de que el balón salga de un ruck atascado. Y cuando la pelota cae en manos de un enorme jugador del San Roque, María parece que corre en sentido contrario y Adriana da saltos como gato escaldado. Al final todos se reúnen en el tercer tiempo, siempre tan bien aliñado y tan animado.

Tres sombras sospechosas se deslizan torpemente hacia el coche de Batman, es la hora del vermut.

Continuará (…)

Albert