Trobades rugby. 19-05-012.

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MOROS Y CRISTIANOS.

Buenos días desde la máquina de pergeñar crónicas. Al alba, juntáronse las huestes cristianas en el monolito de la Pantera Rosa, y unidos, bajo la atenta mirada de los antiguos caballeros oscuros de cabalgadura de fierro, emprendieron la marcha hacia las tierras del sur, más allá de la Albufera, para encontrarse con el peligroso ejército de la Media Luna.
Superada la fortaleza de Cullera, se dirigieron a la Valldigna, y tropezaron con los moros, que llegados desde la Vila Joiosa y pueblos del entorno, acampaban a las puertas de la villa de Tavernes.
Al pie de la serra de les Agules parecía el lugar propicio para presentar batalla al moreno enemigo. El ejército cristiano cerraba filas en torno a su capitán Sergio el Batallador flanqueado por sus alféreces mayores: Alex, Mario y Miguel; los caballeros Sento el Campeador, Gonzalo el Inglés, Quique el Hidalgo e Ivanchut, sobrino de Ivanhoe; y los infanzones Muñoz, representantes de su Graciosa Majestad: Nacho y Pablito.
Los moros se reagrupan y presentan un grande y poblado ejército, en número superior al cristiano. Avanza su heraldo con el casco ornado de vistosas plumas, y por el lado cristiano se adelantan los hermanos Muñoz, y arribados a su altura saca Nacho de su alforja un extraño objeto de forma ovalada, y se lo entrega al moro. Este queda sorprendido, no sabe lo qué es: ¿una bomba, un torpedo? Un anciano moro de negro turbante se aproxima al pequeño grupo, y da su visto bueno: – En el nombre de Alá declaro ante los presentes, que aquel ejército que sea capaz, en repetidas incursiones, de portar la pelota ovalada al campo enemigo, resultará vencedor indiscutible de la batalla.
Los ejércitos, frente a frente, se preparan para el asalto. Los berberiscos de la Vila atacan primero, pero no franquean la muralla cristiana. Y el capitán Sergio, en la primera ocasión, dando ejemplo a sus hombres, traspasa la línea enemiga llevando en ristre la pelota.
Y entonces la escaramuza entra en un frenesí de carreras en ataque o en defensa, y en estos lances los cristianos superan a los moros belicosos.
Alex y Miguel emulan con brío a su capitán, su destreza en el manejo del balón y su velocidad hacen mella en las filas enemigas; Sento lucha sin tregua en todos los frentes; Gonzalo lo intenta con insistencia y consigue franquear la línea contraria; el alférez Mario, cada vez que acelera, es una flecha en el corazón hostil; Quique y los infanzones Muñoz son el postrer baluarte defensivo de los cristianos, y luchan con entusiasmo; el caballero Ivanchut es el terror en la contienda, y su guerra es sin cuartel.
La batalla se decanta del lado cristiano, la victoria parece más cerca. Los moros piden un receso, pero tras la tregua, aparecen junto a los berberiscos de la Vila, unas tropas mercenarias llegadas de varios lugares de la Morería: Elche, La Safor, Alzira, Cullera y Tavernes. Grandotes, fuertes y temibles se acercan a los cristianos, que se conjuran para pelear hasta la victoria final. Es difícil atacar a estos almohades, y defenderse más todavía, pero en esta ardua labor los cristianos como hermanos de sangre unen fuerzas, y detienen al enemigo.
A la postre el triunfo es cristiano, los moros se retiran cabizbajos a tomar su alcuzcuz, y los cristianos a comer bocatas de pernil, hay que recuperar fuerzas tras la bronca.
Ahora solo queda repartir el botín, y rescatar la reliquia de San Jorge. Los moros entregan el tesoro a los caballeros cristianos, que lucen en su pecho la medalla dorada; y Pablito, entre vítores, alza en lo alto la reliquia de San Jorge: el reluciente Dragón de Fuego.

Agradecimientos: como siempre a los estupendos Papás, al formidable equipo de la Vila, a los anfitriones de Tavernes, y por supuesto a ¡les Campions de les Trobades 2012! ¡A entrenar duro chicos!