LA MELÉ QUE GIRA.
Otrora hubo una melé que giraba libre, avanzaba como un cangrejo y era un azote para el contrario y un gozo para los espectadores.
Si lo que vamos a relatar hubiera sucedido en un potente país del rugby, en un importante club con jugadores famosos, quizá hoy no tuviéramos que rescatarlo del olvido y la ignorancia.
Corrían los primeros años 80 del siglo pasado, un modesto equipo de la liga española compuesto de esforzados e ilusionados jóvenes, luchaba entre lo más florido del rugby nacional.
A la sazón su entrenador y a la par capitán, era un hombre decidido a probar que la delantera y su jugada más característica: la melé, era la piedra angular del juego del rugby.
Tras mucho esfuerzo y entrenamientos con los delanteros aferrados al duro ariete, el capitán, octavo en la melé, pensó en sacar provecho de la misma, cuando por arte de fuerzas asimétricas la melé giraba en el sentido de las agujas del reloj.
He inventó una estratagema, un ardid, un truco digno del mismísimo Ulises o Alejandro Magno. Aprovechando el giro de 180 grados de la melé, esta avanzaba hacia la línea de marca contraria pero de espaldas; todo fruto de un dominio de la técnica, la potencia y la habilidad. El número 8 conducía con destreza la pelota entre sus pies, hasta que decidía darle salida jugando con los terceras alas o el medio melé libres de marca.
Al contrario esta jugada siempre le sumía en el asombro y el estupor, incapaces de contrarrestarla o defenderla (el brillante equipo del Arquitectura ideó una forma de contrarrestar el giro dando pequeños pasos hacia la derecha). Supuso tal convulsión entre los clubes de la liga, el estamento arbitral y la federación que al poco tiempo quedó prohibida la melé girada. Y en España adelantándose al concierto internacional se cambió la regla del giro de la melé.
Al año siguiente la federación internacional (IRB) también prohibió el giro completo de la melé, pero porque los equipos la utilizaban como arma defensiva para impedir la salida limpia del balón, y no como artimaña ofensiva que fue el caso en España.
Con el tiempo esta melé siguió avanzando, y ofreciendo a su charnela de magníficos zagueros los balones de su empuje, mas ahora siempre con la cabeza hacia delante, y no con el culo.
Sirvan estas líneas como homenaje y agradecimiento a Paco, al estupendo equipo de los 80 y al Rugby Club Valencia, el equipo que gira la melé.