Empecé a jugar a rugby hace 31 años. Lo hice tarde, a los 17 años, pero desde el primer hasta el último encuentro disfruté de este juego. Y eso que pronto, dos años después, comencé mi trayectoria como entrenador, pero nunca pude encontrar nada comparado a jugar. En aquellos tiempos en Valencia había tres campos de rugby: la Petxina, enfrente de la estación de buses, el matadero, donde se encuentra el actual estadio de atletismo, y la ciudad fallera, en el parque de Benicalap. Ahora solo hay dos… y medio.
Como acabé diciendo en mi anterior artículo «Matrícula de Honor en rugby»:
“Estos tres proyectos deportivos, coherentes todos ellos con la filosofía de sus clubes, son sólo el iceberg de un rugby valenciano que eclosiona en muchos lugares de nuestra Comunidad, y que solo está lastrado por la carencia de infraestructuras, pero ese será tema para mi próximo artículo”.
La Vila y su Ayuntamiento han marcado el rumbo a seguir: lo primero, una buena instalación con los complementos adecuados; después, trabajo en la difusión y en la promoción de las escuelas y, por fin, apoyo económico al deporte de élite. Nada más conseguir el ascenso, el concejal de deportes de La Vila aseguró que “el segundo campo de rugby es seguro para la próxima temporada”. Estamos hablando de un municipio de menos de 30.000 habitantes.
Muchos municipios de nuestra Comunidad se vuelcan con este deporte, con instalaciones dignas en relación con su número de habitantes y sus clubes locales: Castellón, Cullera, Montcada, Tavernes de Valldigna, Dénia, Elche, Orihuela,etc. Pero ¿y el más grande de todos ellos, el Cap i Casal?
Valencia, que alberga unas excelentes escuelas, de las cuales las EE.DD.MM. de la FDM es principal responsable positiva, y gran cantidad de clubes, solo puede ofrecer a sus practicantes dos campos de rugby. Menos que teníamos los que jugábamos hace treinta años. ¿Seremos capaces de mejorar las cosas para que nuestros hijos puedan jugar en condiciones de “dignidad”? Porque es bien cierto que la ciudad nos depara grandes e interesantes eventos: America’s Cup, F1, Mundial de Atletismo…, incluso emocionantes torneos de fútbol-indoor para ilustres veteranos, pero el incremento de instalaciones de rugby por ahora solo ha sido virtual.
Muchos hemos visto los “dos nuevos campos de rugby” en la maqueta del “polideportivo de Ademuz” en los despachos de la Plaza de América. Pero el mundo del rugby “entendió” la prioridad de un estadio para el VCF y la ciudad sin una sola protesta. Creció La Petxina e innumerables piscinas públicas y polideportivos de Barrio con maravillosas instalaciones públicas. Todos los deportes reclaman, en la mayoría de las ocasiones de forma justificada, sus nuevas instalaciones, pero el mundo del rugby sigue esperando callado, resignado, porque nuestro deporte nos enseña a saber sufrir y superar las adversidades, pero ¿hasta cuándo?
Parecemos los enfermos en la cola de urgencias de un hospital viendo como cada vez estamos más tiempo esperando y más gente se “cuela”. Muchos de ellos tienen motivos más que justificados, están más graves, pero cuando ves que más de una “señora bien vestida” con un simple catarro “pasa delante porque conoce a alguien”, empiezas a desesperar. ¿Y nosotros qué? ¿Nuestro mal no es acuciante? ¿Somos ciudadanos de segunda?
Ahora hay nuevo proyecto virtual, esta vez en “cuatre carreres”, pero ¿Cuándo será real? ¿Quién se va a colar esta vez? ¿Lo disfrutarán nuestros hijos…o nuestros nietos?
Y ya no nos vale aquello de “son cuatro gatos”, porque el mundo del rugby está muy dentro de la sociedad valenciana. ¿Quién no conoce a alguien de rugby?, porque si algo tenemos los que amamos este deporte es nuestra capacidad de proselitismo. Hablamos de él continuamente. Desde decanos de facultad y vicerrectores de Universidad a alumnos de a pie. Desde eminentes cirujanos y abogados a celadores y administrativos, desde conocidos periodistas deportivos a expertos en bolsa, desde célebres actores a gerentes culturales, notarios, jueces, maestros, profesores, etc. etc. Y probablemente todos pongamos por encima de nada a nuestros propios clubes, nos han educado en ello, pero tras nuestro club, está el juego, y el juego se ahoga por falta de instalaciones.
En la ciudad de Valencia hay dos campos y medio para unos 50 equipos, 39 de ellos de categorías inferiores. Dos de ellos compiten en División de Honor A y B y ¡nunca entrenan en el campo en el que juegan! De los dos campos, el del río solo se reserva para partidos para preservar su conservación, y en El Saler entrenan tres días Les Abelles senior y dos días CAU y RCV. Y esta temporada alguien decidió que las luces del Saler cercanas al mar eran prescindibles. ¡Estos no se quejan! ¡Aguantan todo! El resto se “apaña” con medio campo de césped artificial.
Ahora que todos nos preocupamos por el mal momento económico de una importante SAD de la ciudad. ¿Se imagina alguien qué pasaría si los cadetes y juveniles del Valencia y Levante tuvieran que entrenar a la vez, en medio campo de fútbol, y sólo dos veces por semana? ¿O los del Pamesa y el Ros Casares? Porque eso es lo que hacen los juveniles, cadetes e infantiles del Abelles y CAU, y otros dos día los del Tatami y Tecnidex, y el San Roque adherido a todos ellos.
¿Saben que ese campo del Río es uno de los pocos polideportivos municipales que no tiene una pequeña cafetería? No es motivo baladí. A ese campo en las crudas tardes de invierno acuden niños y niñas de todos los puntos de la ciudad, cuyos padres y madres deben de esperar a la intemperie. Y todo porque en el antiguo cauce no puede haber más cemento ¿Qué cemento? ¿La Ciudad de las Artes y las Ciencias? ¿El estadio de Atletismo?
¡Por favor! Basta ya de propuesta virtuales y empecemos con las realidades. Nadie piensa en la mala voluntad de los gestores municipales, de hecho Cristóbal Grau y Pérez Boada son asiduos al campo del Río. Pero con mayor motivo. ¡Conocen la realidad!
¡¡¡BASTA YA!!! La ciudad de Valencia necesita campos de rugby de forma urgente, y desde luego de forma prioritaria a otras instalaciones deportivas que ya tienen su “sustento” asegurado. Una ciudad capaz de construir en menos de un año un circuito de Fórmula 1 no puede demorar en la construcción de una pequeña instalación para el rugby.
Toni Gimeno.