Crónica M-8. 22-12-012.

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¡Vaya caca de actividad!
(Retazos del diario de Pepito).

Hoy ha sido la última jornada de rugby, antes de las vacas de Navidad, y nos hemos ido al campo de rugby del Saler a jugar. ¡Vaya caca! El campo está al lado del mar, es viejo, y está to pelao. Además estaban jugando los mayores, y teníamos que estar atentos cuando venían corriendo a marcar, no nos pasara como a Ximo que le cayó uno encima, y casi lo revientan. Lo bueno es que jugamos contra los padres, con algún hermano y chicas infiltradas. Los padres son to malos, y eso que tenían a Greg y Víctor; hacen trampas y juegan fatal, pero como el árbitro era Albert, pues no les pitaba ni una falta. A pesar de ello les ganamos, y mira si tenían miedo que chutaban y todo, y hasta se revolcaban por los suelos. Al final hicimos touches y mêlées, y eso sí que molaba. En mi equipo jugaban los mejores: Alex (que ya venía de jugar al fútbol), Asier, Axel, David, Emi, Gonzalo, Guillermo, Héctor, Mario, y Juancho, que nos traicionó pasándose con los gordos (padres). También jugaba con nosotros Jorge, el hermano mayor de Guillermo, que corre un montón. Rahul, Laura y Elena jugaron con los padres, pero aún así pudimos con ellos. Al final hubo un poco de lío, y ya no se sabía quien iba con quien; y luego dicen que yo soy un desastre, también se lo dicen a mi hermano, y Madre a mi Padre, y mi Padre al perro, que pasa de todo.
Bien luego nos fuimos a comer a la Barraca del Tío Pepico. A ver como os explico que era aquello. Había como un huerto, no un huerto con árboles y plantas, esos estaban al otro lado detrás de la vallas, allí era como un jardín con patio, y un emparrado como en casa de mis abuelos. La barraca es como una chabola grande, pero limpia y decorada, como si lo hubiera hecho mi tía Carmen. Lo que mola es que está junto al lago de la Albufera. En el patio habían montado como un picnic, y podías beber y comer de todo, sin que te riñeran tus padres, porque ellos estaban a lo suyo, y no nos hacían caso. Mejor, yo me hinche a Coca-Cola, y luego le tire un eructo a Alex en toa la cara, y nos liamos a palos, hubo bulla general y los padres ni se enteraron.
Comimos bajo la parra, pollo asado en la parrilla, que guisaban unos cocineros que siempre estaban muy pendientes del fuego. Yo me comí el pollo con las manos, y todos acabaron haciendo lo mismo, así está más bueno, aunque mi Madre diga que es de guarros y de mala educación comer con las manos. Cuando terminamos de comer, a jugar al balón y al pilla pilla, mientras los padres se comían por lo menos una vaca y un cerdo, dentro de la barraca. Estuvimos intentando salir al embarcadero, que está al final del patio, pero habían cerrado con una cadena la puerta. Pues pensaban que nos podríamos caer al agua, o que se nos comería un cocodrilo de los que andan sueltos por el lago.
Cuando los padres acabaron su café, llego el barquero al embarcadero, que es como un puente de madera con barandillas en un solo lado. El barco era superchulo, grande con mástil de velas, remos y motor, como el de los piratas que salen en mi libro de cuentos por lo menos. Enseguida, dando saltos y gritos de alegría, nos embarcamos casi todos, incluso las chicas subieron también: Laura, Elena Clara, Martina, María e Inés.
Al principio los padres estaban muy pendientes de nosotros: que si no te acerques al borde, no te vayas a caer al agua, no te pongas de pie, no corras, no te tires al agua. Pero luego ya nos fuimos casi todos con el barquero a ver como manejaba el barco. Y el viaje fue chulísimo, pasamos por un canal de donde salían volando muchos patos, el lago están grande que parece la mar, y el agua está fría, pero muy limpia; yo metí las manos para comprobarlo, y Emi el cuerpo entero, si llega a pasar el cocodrilo se lo come con las botas y todo. A mi hermano «el tonto» y a Héctor el hermanito de Asier, les estuvimos metiendo miedo con que les íbamos a tirar al agua, y gritaban mucho, y daba risa verles correr a los pies de sus mamás. A las chicas también les dijimos que las íbamos a tirar al agua, pero nos sacaron la lengua, y dijeron que si éramos unos retrasados, y cosas peores que me han prohibido contar aquí. Con el sol tocando el agua, y así como de color rojo, regresamos a la barraca. Y allí ya nos despedimos, deseamos felices fiestas, y nos fuimos a casa. Yo creo que me dormí en el coche, y aunque la actividad de hoy ha sido una caca, yo me lo he pasado genial. ¡Feliz navidad!

Víctor y Albert os agradecen vuestra paciencia y colaboración, y os desean un próspero año 2013 de rugby. Un abrazo y ¡a entrenar duro chicos! Que vienen los Reyes Magos