Crónica M-8. 2-02-013.

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Al otro lado del arco iris (el regreso de los duendes).

Amanece en el bosque, el duende Axel asoma la cabeza bajo una hoja seca, los primeros rayos del sol juegan a espejitos con las gotas de rocío, es el despertador de los duendes. Entre las ramas huérfanas del invierno salen Alex buscando a sus amigos, y Germán siempre contento. Debajo de una seta Gonzalo y Mario toman el desayuno; Arnau y Luis parten nueces con un canto; y Juancho se sienta sobre un tocón, junto al trasgo Ximo, que con la luz del sol se ha desencantado. De entre los arbustos aparecen los gnomos retozones Asier y Didac. Mientras Pau y Bruno observan a los animales del bosque, David y Guillermo pasean ensoñados alrededor del roble sagrado; y Vicente que es un geniecillo inquieto, le gusta dar patadas a las castañas. En un claro del bosque el duendecillo Oscar persigue a dos gnomos muy traviesos: Alejandro y Hugo, que le han quitado su gorro.
Luego se reúnen todos en torno al roble sagrado, pues desde el otoño están hechizados por el hada Ovalía, y cuando llega el cabo de la semana, se van juntos a jugar al balón ovalado.
Gustan los duendes cantarines acudir a la Ciudad Esmeralda del rugby, por el camino enlosado de baldosas amarillas, saben que es peligroso, que tendrán que sortear innumerables trampas, pero sus ganas de correr con la pelota en las manos es superior a su extraño temor.
Saben además los duendes que el hada Ovalía les protege del hada Aguafiestas, y que el juego les libera de sus pequeños mundos: el bosquecillo encantado, o el jardín con los ancestros de piedra y ridículo tocado.
Al correr con la pelota, dar un buen pase, pegar un placaje demoledor, o lograr un bonito ensayo, consiguen viajar al otro lado del arco iris por arte de magia, la magia del balón ovalado.
Los duendes en cuanto pisan el tapiz esmeralda se entregan excitados a juegos inocentes, gustan de rodar abrazados, o solos por el suelo, como croquetas enamoradas. Pero cuando escuchan el silbo que reclama su presencia, acuden prestos a la llamada de los ayudantes del hada, dueña y señora del preciado tesoro: el balón ovalado que subyuga a la prole selvática.
Al principio los duendecillos son todos verdes como la hierba, pero luego algunos mudan a blanco níveo. Pero también hay duendes del color de las mariquitas, y otros del color de las abejas.
En cuanto empieza el juego todos quieren el balón, pero para conseguirlo hay que colocarse bien en el campo de juego: en muralla infranqueable, o en escalera descendente. Eso depende de quien tenga la pelota.
Luego todos a correr. Hay duendecillos que corren recto y rápido como Vicente, Alex y Asier; otros en zigzag como los duendes élficos Mario y Guillermo; y algunos que se despistan y corren de lado o incluso hacia atrás, que me guardaré de decir sus nombres para que no se enfade el hada Ovalía.
Hay unos duendes muy espabilados que para que el balón no caiga en manos enemigas lo pasan a los duendes más avezados y veloces, eso lo hacen muy bien Gonzalo, Luis y el trasgo Arnau, hijo de un trol. Otros hombrecillos destacan por su tesón a la hora de atajar contrarios como Alex y Mario, que son capaces de placar a varios jugadores seguidos.
Todos los duendes sin excepción son muy traviesos y juguetones, y otros parlanchines como Oscar y Germán. Cuando empieza el juego corretean en todas direcciones, y acaban por no saber a donde tienen que llevar el balón; aunque Pau y Juancho no suelen errar, el balón a veces les sabe a poco, así les llegue de rebote. A otros como Germán y Axel el balón les quema como una patata caliente. Si el juego se atasca un poco, ahí están Arnau y Vicente, que toman la pelota y despejan el campo; y si hay que escapar con sigilo David y Bruno lo hacen muy bien. Gonzalo y Luis a la hora de repartir balones y poner orden en el juego son los mejores. Didac corre un poco alocado, y Asier con determinación. Ximo victorioso ha salido de su duelo singular frente a otro duendezote forzudo; y alguna vez aparecen dos pitufos: Alejandro y Hugo, más atentos a las margaritas que al balón.
Los duendes cuando tienen hambre abandonan corriendo el juego, y van a comer todos juntos en el tercer tiempo; aunque algunos vuelven, y acaban con un cuarto tiempo.
El sol ya llega a su cenit, y el hada aparece para enviar a su casa a los duendes, y señalándoles con su varita mágica, les advierte: ¡a entrenar duro enanitos!

Resultados
Tecnidex Blanco 2 vs 2 Abelles
Cau 4 vs 4 Tecnidex Blanco
Tecnidex Verde 7 vs 6 Cau
Abelles 6 vs 4 Tecnidex Verde