Tras la puerta.
Buenos días desde la máquina de pergeñar crónicas. Un jugador avanza con el balón confiado en su fortaleza, pero es placado, va al suelo libera el balón, sus compañeros acuden prestos a la recuperación, los contrarios ávidos a disputarles la posesión. Al llegar a este punto y en segundos se forma el ruck, la melé abierta, la melé desordenada, la melé del carajo… Y se oye la voz del entrenador: -¡Entrad por la puerta! Y se oye el silbato del árbitro que se cobró penal porque no entró el jugador por la puerta. Entonces ¿por dónde accedió, por la ventana? ¡Qué gran aventura es el rugby!
¿Por qué ese empeño en usar la puerta? Esa puerta imaginaria que encuadra el balón, perfilada al albur del eje paralelo de la pelota. ¿Por qué poner puertas a la melé, si no se las ponen al campo? Si ya tenemos unas puertas enormes en forma de hache. Dos arcos del triunfo en el campo del honor.
Pero ¿qué hay detrás de la puerta? ¿Quién está detrás de la puerta? Y ¿qué haces si te dan con la puerta en las narices? Vengan a descubrirlo conmigo, pero antes saltemos por la ventana y agazapados en el alféizar, observemos el paisaje insondable que se abre en el vano etéreo del portillo.
Tras la puerta brilla el sol de primavera, o cae un chaparrón de golpes y mamporros más dulce que la fresa de tu boca. Como detrás de la cancilla suele arreciar el combate, se escuchan voces beligerantes dar el Santiago: -¡Santiago, y cierra, España!- grita Edu balón en mano, antes de desaparecer en el incierto torbellino de la batalla.
A veces antes de formarse la melé descubierta se abren pasillos de luz sin cancelas por donde Isma, Sergio y Víctor beben los vientos por las pelotas. A menudo a Gael, Marc y Lluc les parece ver tras la puerta el país de Cucaña, pero descubren que en el rugby no existe el “beneficium sine cura armorum”. Otros como Jorge y Alexis descubren con desengaño que tras la puerta no atan los balones con longanizas. Algunos como Ibu sospechan que tras la escotilla puede haber gato encerrado y no desea morder el ajo. A pesar de todo, los chicos juegan con garra, y superan a un rival hábil y bien puesto en el campo.
Venga de donde viniere la pelota, a quien Dios se la diere, San Pedro se la bendiga, eso piensan Manu, Vicent y Eric al cruzar el umbral y descubrir al otro lado vacas paciendo en la zona de marca. Ricardo y Fernando creen que al tomar la salida se pondrán las botas, pero no sospechan que el juego sea con frecuencia tortas y pan pintado. A Carlitos y Héctor, que no son amigos del capitán Araña, les importa un comino lo que se puedan encontrar detrás de la puerta, así sea la boca de un pozo, la escalera verde o el culo del árbitro. Cuando acabó el partido contra el CAU, Patri y María cerraron la puerta con cuidado y echaron la llave al río.
Pero ya saben que donde una puerta se cierra otra se abre. Esta la franquea Marcos de un empellón, al otro lado Fran vigilante observa un árbol milenario donde una colmena de abejas busca cobijo. Tras la puerta el campo de juego se parece al de Agramante, allí hay varios camaradas de peine como Franki, Mateo e Iván que corren cual Pítimas follonero. Alex y Marco han descubierto que las puertas se pueden multiplicar, así que se han despedido a la francesa con el balón bien sujeto entre las manos. Que las puertas tienen hojuelas han descubierto Carlos Montañana y Agus, pero también que desafiar al contrario en el corazón de la refriega es miel sobre hojuelas. Sobre el dintel de la puerta pende la espada de Damocles, pero es Paul tan veloz que aunque la espada cuelga tan sólo de un fino cabello, su amenaza nunca le alcanza. Curro y Carlos Borso di Carminati piensan que tras la puerta el que fuera asno, al otro lado se convierte en as, pero eso es como jugar a tontas y a locas. El equipo avanza en marejada, y el embate de las olas estalla a menudo en la playa del ensayo.
A los abejorros se les han hinchado las narices, pero parece que no olieron el poste; y David apoyado en el quicio del polvorín cree que como los ingleses puede perder todas las batallas salvo la última. Marcos atranca el portalón y salta como una rana.
A mí me gusta jugar “à faire claquer les portes”, pero no con la fuerza, sino con la astucia. Y ya llegan en tropel los Vileros, a la cabeza Juanjo con su escuadra de aguerridos jugadores; Kiko y Jaume, por la puerta giratoria de los grandes almacenes del rugby, entran con su equipo de resueltos benjamines. María con su papá quiere ver el partido a través del ojo de la cerradura.
A las puertas de la zalagarda los de la Vila recelan en usar las llaves de Joaquín Costa, saben que enfrente está la flor y nata del RCV. No desean arar en el mar, y presentan un juego rocambolesco donde los enredos y muchos trotes son minuta de a diario. Pero esta vez han caído en un juego de puertas falsas por donde aparecen sin avisar Sergio, Ibu y Héctor; o Manu, Agus y Alexis pisando margaritas; y se cuelan por la puerta de servicio Jorge, Víctor “Sorpresa” y Carlos Borso di Carminati llevándose de paso una gallina y un cerdo. Y aunque los de la Vila están acostumbrados a ver moros en la costa, esta vez se les antojó mezquino el botín, y estuvieron a punto de echar el Cristo al río. Pero como buenos amigos todos escaparon por la puerta de atrás al tercer tiempo.
¡Entrena con ganas, y sé fiel a tus amigos!
Resultados: CAU vs. RCV 3-5. Edu, Isma (1), Ricardo, Manu, Gael, Ibu, Víctor, Jorge, Alexis (1), Sergio, Vicent, Carlitos, Héctor (2), Fernando (1), Eric, Marc, Lluc.
Les Abelles vs. RCV 3-9. Marco, Carlos Montañana, Franki, Curro, Carlos Borso di Carminati (2), David (1), Alex, Iván (1), Mateo (1), Agus (3), Paul (1).
RCV vs. La Vila 9-1 (8-2). Ensayos de Sergio, Ibu, Héctor, Manu, Agus, Alexis, Jorge, Víctor y Carlos Borso di Carminati.
De nuevo un placer reencontrarnos con nuestros amigos de la Vila, cuya presencia consigue mantener estas paupérrimas jornadas autonómicas. Enhorabuena al equipo S-14, y muchas gracias a todos por vuestro apoyo. Entrenadores S-10.