El balón enjaulado.
Buenos días desde la máquina de pergeñar crónicas. ¿En serio en el rugby existen reglas, reglas admirables que hacen que de la violencia surja la belleza? Se preguntan los padres viendo a sus hijos evolucionar en el terreno de juego, un grupo de gañanes, que solo consigue ensayos de tres al cuarto.
En este sábado frío y soleado de enero, en el campo de 4C, a las órdenes de Ritchie calientan obedientes y ordenadamente los jóvenes atletas de les Abelles, y mientras en el otro medio campo todo es bochinche, jaleo, revolución, tumulto y zafarrancho entre los gatos del RCV LF Tec. Fran persigue a Rafeta que no quiere someterse a la disciplina de equipo; Víctor intenta reducir a Iván Juan y Marco Disanto que se han enzarzado a palos; Bruno por su parte pretende convencer a Ximo para que se levante del suelo; y el resto del equipo viendo las puertas del redil abiertas huyen como cabras al monte con el balón enjaulado, aunque Albert les azuza el perro imaginario del castigo, y así intenta reunir al turbulento rebaño.
Por fin al olor del cuero y el sudor acuden todos para que den comienzo los partidos.
Rasga el aire ventoso, como bala de cañón, el silbido de inicio a cargo de Lola, y ya se lanza Ximo, admirador del rugby de salón quiebra la defensa y avanza con tres abejorros colgados de las piernas, y a su alrededor los compañeros saltan y bailan pidiendo la pelota; al final Ximo se va al suelo y arrastra en el proceloso mar de la batalla a medio equipo, de la espuma de brazos y piernas surge el balón, algunos se acercan, vacilan ven la pelota en el tejado; pero a David no hace falta que se lo digan dos veces, toma la pelota y decidido emprende la huida más arriesgada, admirable en pundonor y pletórico de energía desafía como nadie molinos y colosos.
Les Abelles se ve superado por esta marea verde, en su vértice Rodrigo, caballero andante del balón ovalado, noble, riguroso y largo en el juego; como escudero le sirve un valiente Luca que atesora en sus piernas un valor escondido. Y si los abejorros intentan asaltar el castillo ahí están Rafeta e Iván Juan, dos bravos y arrojados campeones en la defensa y el placaje; de sus intrépidas acciones se recuperan esos balones que Axel y Germán, rompiendo los espacios abiertos, llevan con desahogo a las lindes del ensayo.
En el remolino del juego aparece obstinado y chuponcete Héctor, amaga una larga escapada que casi llega a buen término, si no llega a ser por que el camino se dio de bruces con un abejorro, toro embravecido que lo derriba sin contemplaciones, dibujando en su rostro infantil la mueca del llanto y la rabia.
Mateo desde la banda observa, con los ojos brillantes, a Nacho con su juego guapo y generoso, siempre encuentra la finta o el pase que da la ventaja, grácil y astuto en el compás, solo tengo ojos para sus quiebros redondos; pero como Nacho no es abusón le ofrece a Franky el último balón, este con un baile embrujador se deshace de los defensores con gracia y salero para acelerar sin hacer ruido hacia el ensayo.
Suena el pitido final, el balón por fin descansa, los soldados se alinean, se saludan por la causa común y rompen filas alegres.
Al poco se reanudan los partidos, enfrente los combativos jugadores del Tatami. Estos abren el juego pero enseguida los hermanos Bou, Iván y Pablo, febriles y desafiantes les arrebatan el balón, y relanzan con brío el ataque. En apoyo llega Fran siempre bien colocado y certero en la jugada; encuentra a Emi que en cada acción con calma y paso firme alcanza las puertas del castillo, a las que llama con insistencia, hasta que estas ceden con estrépito.
En el fragor del combate como sombra fantasmal se dibuja la figura esbelta de Marco Disanto haciendo malabares con ese balón escurridizo. Entre la niebla espectral, barrida por el viento, aparecen tres auténticos artilugios humanos que inflaman el ataque: Asier, Oscar y Lucas. Igual derriban una rocosa torre, que asaltan con garbo la paralela enemiga y aceleran provocadores, dejando a su paso un rastro de defensores que en vano se arrojaron para pararles, antes alcanzar los primeros la línea de ensayo.
Mateo se une a sus compañeros para la foto final, orgulloso de pertenecer a este equipo de gañanes que juega como los ángeles.
De remate estupendo tercer tiempo al sol que más calienta, mientras Jaimito el trolete duerme la siesta del borrego.
¡Entrena con ganas, y sé fiel a tus amigos!
Jugaron: Ximo, Marco Disanto, Luca, Rodrigo, Iván Juan, Nacho, Lucas, Fran, Emi, Iván Bou, Axel, Franky, David, Germán, Héctor, Asier, Oscar, Pablo y Rafeta.
Resultados: Les Abelles 1-RCV LF Tec blanco 11.
Ensayos: Ximo (1), Oscar (2), Franky (1), Pablo (1), Asier (1), Rodrigo (1), Lucas (1), Emi (1), Nacho (2).
RCV LF Tec verde 10- Tatami RC 6.
Ensayos: David (2), Iván Bou (2), Rodrigo (1), Asier (3), Lucas (1), Oscar (1).