El pasado sábado 10 de mayo jugábamos las finales municipales en el campo del río. El equipo verde jugaba la copa oro y el blanco la copa bronce. Ambos equipos teníamos que jugar dos partidos. Así que iba a ser una jornada larga de rugby. La experiencia fue muy buena para los jugadores, aunque nos quedamos con ganas de conseguir mejores resultados, se aprende mucho de las derrotas:
Rugby Club Valencia Liceo Tecnidex Verde derrota contra Cau y Abelles.
Rugby Club Valencia Liceo Tecnidex Blanco derrota contra Montcada y Tatami.
Seguimos entrenando como siempre miércoles y viernes en el Liceo. El próximo sábado 17 es la última jornada autonómica en Quatre Carreres, se reparten los trofeos y medallas, así que no falte nadie.
Para el viaje al Campeonato de España en Valladolid de este 23, 24 y 25 de mayo, tenemos 14 jugadores apuntados:
Antonio
Manu
Javi Alonso
Iago
Eric
Alex Folgado
Fernando
Manel
Alberto
Ruben
Juan
Lara
Piñeiro
Joan
Durante esta semana los jugadores que se quieran apuntar aun están a tiempo.
Algo sobre rugby que quería compartir:
«Es uno de los deportes mas antiguos y que más pone en contacto al ser humano con su pasado mas antiguo y su conexión con la naturaleza.
Dicen los entendidos y especialistas que es un deporte de animales practicado por caballeros.. Y por más que pasa y pase el tiempo seguirá siendo así, su esencia seguirá viva a pesar de la política, el dinero, y cuantas «humanadas» le pongamos por el camino. Al final seguirá siendo una batalla cuerpo a cuerpo por una meta y donde si vale el buen hacer y el respeto por el igual y el buen contrincante.
Uno de los referentes del que mejor se ve esa conexión del hombre con la naturaleza y con las creencias que siempre ha necesitado el hombre en busca de esperanza en una vida sin sufrimiento, es el equipo de New Zealand también conocidos como All Blacks y su famosa «Haka» una danza tribal medio para asustar al contrario medio para poner al equipo en contacto con poderes supremos que les ayuden en la batalla.
El rugby constituye una experiencia profunda, una felicidad y una diversión que yo no encontré en ningún otro juego, una ética deportiva y de vida, una escuela de amistad inquebrantable, un modo de estar, de vivir, una sublimación de valores en medio de un entorno agresivo, de afirmación física. Si en algún momento pude dejarlo fue antes de llegar. Nunca después. En realidad, sigo a la espera de que el rugby me retire de un mal golpe, como viene anunciándome mi madre desde hace más de una década; o me envíe una señal definitiva, irrefutable, de que mi hora ha llegado. Mientras tanto, sustrayendo cada día mayor terreno a la realidad en favor de la utopía, sigo entrenando y jugando, pasada ya de largo mi hora. Con los amigos de siempre, o con otros mucho más jóvenes. En un equipo gran equipo, pero no un equipo cualquiera, porque es el mío, mi club. Y de rato en rato lo pienso, miro desde afuera para regodearme en cuánto me gusta todavía… y lo cuento. Como hacemos todos los que hemos estado en una melé, en un ruck, en un agrupamiento, en esa carrera o aquel ensayo. Todos esos que, orgullosamente, podemos proclamar:Sí, yo estuve ahí. Yo he jugado, disfrutado y vivido rugby.