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El rugby apenas había penetrado en la Comunitat. No había infraestructura. Ni siquiera terrenos de juego. Eran los albores. Pero el deporte del oval ya había cautivado a un reducido grupo de chavales dispuestos a empujar con fuerza. La selección valenciana volvía de Zaragoza tras enfrentarse al combinado vasco y se fraguó la idea de crear un nuevo equipo juvenil. Aquel día de 1966, durante el viaje de regreso en autobús, pusieron la semilla de un club que acabaría haciendo historia en España: el Tecnidex, que ahora cumple 50 años de vida con un proyecto cimentado sobre las nuevas generaciones.
«La mayoría éramos chavales de 16 o 18 años, casi todos de la zonaRuzafa. Éramos amigos de la calle e íbamos a jugar juntos. Al final hicimos el equipo», comenta sobre los orígenes Paco Pérez, uno de los socios-fundadores. De las personas que participaron en su creación, se alza como el más activo actualmente. «Estoy aquí siempre, para lo que haga falta. Tengo cariño por el club», señala.
El Rugby Club Valencia, ahora conocido como Tecnidex, es el equipo más laureado de la Comunitat y en mayo alcanzará el medio siglo de existencia. De aquella apasionante conversación en el autobús salió el grueso de la primera plantilla de la entidad, que comenzó denominándose Gimnasio Educación y Descanso por un acuerdo de colaboración.
«El rugby no estaba desarrollado en Valencia. En Madrid, Barcelona, País Vasco y Valladolid había mucho más. Estaba todo por crear. No teníamos campo. Íbamos a jugar al campo de fútbol de Picanya. Usábamos las porterías de fútbol. Pero no era un juego muy sofisticado. Éramos un grupo de amigos que nos juntábamos, entrenábamos y jugábamos», explica Pérez, de 65 años.
Dos días a la semana, martes y miércoles, se entrenaban de diez a doce de la noche. Se ejercitaban en el Gimnasio Educación y Descanso, el establecimiento del que tomaron el nombre durante los primeros años. Estaba en la calle Literato Azorín.
«Había un tatami y entrenábamos los placajes. No había otro sitio donde entrenar. En el gimnasio teníamos la sede», relata. Con el tiempo, dieron un paso más. «Después nos hicimos un campo en la Petxina, en el río. Don José Francés, que era un hombre mayor, fue el que nos empujó y nos entrenaba. Consiguió unos palos del puerto de Valencia. Eran de desguace de barcos. Y los pusimos allí. El campo era un secarral. Tuvimos que sembrarlo», añade.
El Rugby Club Valencia, patrocinado por la empresa Tecnidex desde 1990, puede presumir de una rutilante vitrina. Ha permanecido 22 temporadas en División de Honor A, se proclamó campeón de España en 1983 y alcanzó dos finales de Copa del Rey, en 1979 y 1986. Además, ha aportado 66 jugadores de las diferentes categorías a la selección española.
Las décadas de los 70 y 80 supusieron la época dorada del equipo. Y su gran figura era Paco Soler, el jugador y el entrenador más emblemático de la historia del Tecnidex. Aterrizó en la entidad un año y medio después de la fundación. Además, compitió con la selección española e incluso la dirigió.
Soler era el líder del Tecnidex. En el extranjero potenció su talento. «Me libré de la mili y me fui a Francia a jugar. Me dieron un trabajo y estuve allí un año. Luego, en 1973, volví a casa. Comenzó una generación de gente que se esforzó muchísimo. Estoy muy agradecido a esa generación. Le dedicaron todo el tiempo», admite el ahora vicepresidente y director técnico del club.
El Tecnidex nació sólo dos años después que el Tatami, el decano de la ciudad. Entre 1996 y 1977, creció de una manera vertiginosa, pasando de Regional a División de Honor A. «Es la historia de una ilusión, de un proyecto que se inició con un grupo de gente muy joven. Hemos sido el club más representativo de la Comunitat Valenciana en cuanto a títulos e historia. Y tenemos una solidez y un proyecto de futuro interesante basado en una cantera en la que procuramos fomentar el rugby a nivel escolar», destaca Soler.
El club sufrió una dura crisis entre 2007 y 2011. «En la temporada 1998-99 tuvimos un apoyo muy fuerte del Ayuntamiento. Se formó una asociación con un club de balonmano, otro de fútbol sala y el nuestro. No funcionó bien. En esa época, entró el aspecto profesional en el rugby. El presupuesto no se utilizó muy bien y la cosa fue decayendo. El Ayuntamiento disolvió esa asociación», apunta Soler, de 65 años.
Entonces el Tecnidex se amoldó a una nueva coyuntura. «El club decidió que debía mantenerse en un estatus totalmente amateur. Nos desligamos de las obligaciones semiprofesionales que teníamos al haber contratado jugadores extranjeros. Hubo una recesión importante en nuestro club, descendimos y empezamos de nuevo, con una nueva base y una nueva política», destaca Soler.
El equipo tocó fondo descendiendo a Primera Territorial. Pero se recuperó alimentando su vivero y ahora está asentado en División de Honor B. Tiene dos escuelas: una en el polideportivo Quatre Carreres y otra en el Liceo Francés. Cuentan con 350 fichas de jugadores y, desde tres años, hay sección femenina.
«Estamos lejos de División de Honor A porque sólo pueden optar aquellos clubes que tienen un presupuesto alto y mantienen plantillas semiprofesionales. Eso nos deja fuera a muchos equipos clásicos», lamenta Soler. Más optimista se muestra Pérez: «Tenemos cantera para subir a División de Honor A en un par de años y consolidarnos. Detrás tenemos mucha gente joven».