Crónica de los S10. Pulgarcito y el malvado ogro (I)

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S10 Sábado 20 de octubre.

Ocurrió una vez que la lluvia dejó de caer y el campo verde se quedó como una esponja de mar. Y tú Juanito llegaste a la carrera, cuando los demás ya habían dejado sus sacos junto a los palos; y me alegré que estuvieras aquí, y el resto también en buen número, hoy en el primer día que ibais a jugar frente a un equipo con otros colores. Nico ya se movía, quitando y regalando balones, con esa belleza exultante que da la juventud. ¿Un gato?, en la zona de veintidós, casi sobre la línea de cinco, se había dejado parte de la vida en forma de cagarruta. Miguel Ángel, que tiene mascota, después de ayudarme a marcar los campos de juego con los conos de colores que viven en casa de Juanjo, se encargó con mucha pericia de hacer desaparecer la prueba, pestilente y marrón, del delito.

En el otro campo Mathis, con la cadencia de un Nocturno de Chopin, ordenaba dos equipos plagados de niños que hacía cuatro días todavía correteaban, los ojos llenos de sol y el cabello paso como el fondo de un río seco, entre las casetas de venta de helados que jalonan el paseo de la playa. Mientras Cuca apuntaba en su pentagrama las alineaciones en clave de sol, Juanjo soñaba con rodillas de marfil, en libérrimos campos de alta hierba verde. Y con el silbato entre los labios húmedos y golosos, espere a que todos los jugadores tuvieran cara de concentración.

Por lo demás ya saben cálculo infinitesimal sobre la cuadrícula expresionista del terreno de juego, carreras azules en derivada matutina y colisiones varias en los confines de la Galaxia. Cuando acabó el partido miré hacia el centro del campo, y te vi Juanito echando el brazo por encima del hombro a Liam, y oí vuestras voces cantarinas y vuestra risa de bufón.